10 de abril de 2011

Imagen externa y proyección interior

Sociológicamente hablando, la importancia de la imagen cada vez es mayor. Pero, no solo considerada como algo externo, sino con proyección interior. Queremos estar bien, vernos bien, para sentirnos bien, y de este modo poder relacionarnos con los demás sin complejos.
Y esa importancia que hoy se le da a la imagen es algo positivo, siempre y cuando no nos desoriente y nos haga huir sin lógica de una realidad que es la que ha de marcar el punto de partida de cualquier plan de mejora personal.
En estética siempre es posible mejorar, pero no hacemos milagros. Tenemos mucho camino por recorrer y la actitud mental adecuada junto con la constancia, serán nuestros principales aliados.
La ciencia además aporta posibilidades limitadas. Esa ciencia que lleva a la técnica del Siglo XXI a denominarse “Tecnología Inteligente”: máquinas y productos faciales y corporales se conjugan con moléculas, esencias y activos que recorren un largo camino, a veces desde el fondo de los mares, tal y como ocurre con algunos, hasta otras veces a partir de los laboratorios de los científicos más importantes del mundo.
La imagen que mostramos en el día a día es sin duda la que nos trabajamos cada jornada.
Porque se puede ser más alto o más bajo, más feo o más guapo, más delgado o más gordo, más o menos elegante, pero en nuestra mano está –y esto es innegable-, el acceder a los cuidados estéticos que nos ayuden a ser los más atractivos, los más risueños, los más convencidos de que a nivel mental no existen fronteras, para quienes desean puertas abiertas al posibilismo optimista: “¿Y porqué no probar…?”
Desde luego, yo personalmente, desde el ejercicio de una profesión que respeto y quiero desde hace muchos años, o sea desde mi experiencia propia, comparto esa idea tan de moda en las últimas décadas:

“Una imagen vale más que mil palabras”

Mi filosofía de trabajo va acorde a esta reflexión. Utilizando las técnicas a nuestro alcance y a partir de un diagnóstico extremadamente personalizado, intento dar a cada ser humano el alcance y la importancia que tiene. Debemos ser constructores y jamás jueces de algo en lo que la naturaleza, por más que tratemos y podamos domesticarla, tiene mucho que ver.
La imagen de cada uno no tiene por qué ajustarse al patrón que marca la tiranía de la moda, sino al que designa el confort. Eso es personalidad, seguridad y confianza en uno mismo, y eso es lo que realmente configura la imagen deseable.